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Responsabilidad social, una obligación de todas las empresas

Aunque pareciera incierto, América Latina y el Caribe tienen algo que contar con respecto a la Responsabilidad Social Corporativa (RSC).

Así lo afirma Helena Ancos, socia y directora de Ansari Innovación Social, firma asesora de empresas en sostenibilidad y desarrollo social. De paso por República Dominicana, desmonta algunos mitos y deja en claro que filantropía no es lo mismo que RSC.

Por Felipe Vallejos M.

Tiene 24 horas en el país, y a pesar de una intensa agen­da, Helena Ancos se muestra sorprendida por los avances en Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que ha tenido la región. “Me gusta llamarlo Corporativo, porque la Responsabilidad Social engloba empresas y entidades públicas, pymes, grandes empresas, y de indi­viduos como tal. El concepto de RSC engloba a más instituciones que las compañías”, dice de entrada.

Ancos es también directora del Área de Responsabilidad Social del Instituto Complutense de Estudios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, en donde combina con éxito sus labores de con­sultora con el área académica, quizás el reflejo más contundente de que su pasión por esta materia también la predica en su propia vida.

Grandes y pequeños

La consultora en RSC explica que no solo grandes empresas deben cumplir con su rol social y ético, sino que empresas de todo tama­ño, como las micro, pequeñas y medianas, aunque a menor escala, también pueden contribuir con el aspecto social y sostenible.

Ancos dice que el dueño de un negocio debe cumplir con dos pa­sos, el primero consiste en realizar un análisis de grupos interés, para luego aplicar un análisis de mate­rialidad. En cuanto al primer paso, “se establecen grupos de interés: ¿qué necesitan y qué puedes pro­veer? Luego, en materialidad, hay que ver cuál es la estrategia para cada uno de todos ellos, estable­ciendo prioridades”, explica. En un caso práctico, “si eres dueño de una panadería, tus grupos de interés son tus proveedores de materias primas, de electricidad, de man­tenimiento de tus equipos y, por supuesto, tus clientes”, afirma.

Ancos revela que las inversiones y estrategias de RSC se han concen­trado en grandes empresas por el efecto “cascada” que tienen al im­pactar a más personas y grupos. “Las iniciativas vienen de organismos internacionales y, por ende, tienen mayor impacto al tratar con grandes empresas, proveedores y consumi­dores, porque tienen estructuras de organización que son más sencillas para implementar programas de RSC. Esto ha dado lugar a equívocos. Ha ocurrido una consecuencia: un déficit de iniciativas en pequeñas empresas”, advierte.

Es enfática en señalar que las micro, pequeñas y medianas empre­sas son en realidad más cercanas a la RSC por su contacto directo con los consumidores y proveedores, lejos de la burocracia y estructura de grandes organizaciones. “Las pymes tienen más integrada la RSC en su ADN”, sostiene.

De voz suave y pausada, Ancos dice que los recortes presupuesta­rios gubernamentales y la recesión económica de países de Europa han afectado por igual la inversión de tiempo y dinero en la RSC. “En España la crisis no ha beneficiado a la RSC, hemos tenido que llevar adelante el mensaje de que aunque es un gasto a corto plazo, el retorno a largo plazo es mucho más impor­tante. Hasta ahora, ha sido visto como un gasto añadido. La RSC significa innovar, implica avances y progreso, aunque suponga un gasto inicial”, comenta.

El papel del gobierno

“Construir sociedades éticas lleva tiempo”, dice de entrada sobre el papel de los gobiernos. Ancos explica que se necesitan crear mecanismos de regulación, un ecosistema que se autorregule como forma de garantizar buenos comportamientos, que estos se premien y, al mismo tiempo, que se ejecuten sanciones contra acciones o comportamientos reprobables por la sociedad, desde el gobierno y las empresas.

Del lado público, cita como un pilar fundamental las leyes de trans­parencia y de acceso a la informa­ción, vigentes y en funcionamiento en la actualidad en República Dominicana a través de la 200-04, llamada Ley General de Libre Acce­so a la Información Pública. “La vida pública necesita un escrutinio de la ciudadanía, conocer la agenda de políticos y contratos para derrotar la corrupción”, afirma.

Pero Ancos también es clara cuando habla de la responsabilidad que tienen las empresas de todo tamaño. “Si no exigimos a las empre­sas cuyos productos consumimos que sean responsables, seguirán haciendo lo mismo, igual en los go­biernos. Ahí entran los mecanismos de regulación”, sostiene.

Aunque reconoce que para regular grandes multinacionales con amplio dominio del mercado es más complejo, la intervención regulatoria de las autoridades de los países donde dicha empresa opere, así como de organismos interna­cionales, es vital. “A esa legislación debemos sumar leyes que regulen y fiscalicen las cadenas de produc­ción”, para constatar posibles viola­ciones o irregularidades, explica.

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Brechas salariales  y de género

Una señal de responsabilidad social de una empresa o país pasa por la brecha salarial, indica Ancos. Esto, “porque si queremos ser éticos y cumplir con los parámetros de la RSC, el sueldo de un alto ejecuti­vo no debería llegar a niveles tan distintos como el resto de los miem­bros de dicha compañía”, dice.

En ese campo, República Dominicana tiene mucho camino por recorrer. La Primera Encuesta General de Cultura Económica y Financiera del Banco Central, divulgada en noviembre de 2014, reveló que 96% de los hogares en el país subsiste con menos de 20,000 pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar) al mes, aproximada­mente 444 dólares. Esto se contrapone a salarios tanto del sector privado como del público, donde el director de la Dirección General de Im­puestos Internos (DGII) devenga 521,990  pesos de República Dominicana (a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar). Otro caso es el del propio gobernador del Banco Cen­tral, quien gana 1,049,680 de pesos de República Dominicana a un tipo de cambio de 45 pesos de RD por dólar) cada 30 días, ambos datos suministrados por los portales de transparencia del gobierno central.

Ancos sostiene que la brecha salarial se suma la brecha de géne­ro, donde nuevamente República Dominicana tiene enormes retos. Según la oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la brecha salarial entre mujeres y hombres es de 27%. Esta realidad la refuerza el informe Brecha de géne­ro, del Foro Económico Mundial, el cual reveló que República Domi­nicana ocupa el lugar 77 a nivel mundial y se configura como uno de los países de la región que menos avanzó en esa materia.

“Por un tema de ética, justi­cia y de lo mucho que podemos aportar las mujeres, no es posible concebir que 50% de la población mundial esté excluida del campo laboral, de puestos ejecutivos y de acceso a mejores salarios”, argu­menta Ancos.

Filantropía y RSC

Muchas personas podrán confundir la filantropía o acción social con la RSC. De hecho, según reveló Ancos, el origen de la Responsabilidad Social Corporativa en América Lati­na y el Caribe se gestó a través de la filantropía, aunque luego tendría un giro paulatino hacia la inclusión de negocios con mecanismos de éxito como el micro crédito.

Igual, en octubre de 2011, la Co­misión Europea definió la RSC como la “gestión de los impactos económicos, sociales y medioambientales que una entidad genera sobre una sociedad”, dice Ancos. Agrega que dicha definición limitó a la filan­tropía a algo puramente voluntario y de paso posicionó a la RSC como parte de la estructura empresarial y como un mecanismo de interacción natural con la sociedad y el entorno en el cual se erige.

Lo que tiene américa

Helena Ancos no anda de paseo, sino trabajando en diversos países de la región a través de ANSARI Innovación Social y también to­mando los buenos ejemplos de RSC de América Latina y el Caribe. Dice que el modelo de negocios inclusi­vos y de microcréditos de nuestros países son un ejemplo exportable. “En España se está importando ese modelo debido a las grandes bolsas de población pobre”, revela, lo que hace necesario ingresar a población en pobreza o en riesgo de caer bajo esa línea, al sector productivo.

Pero también está la otra cara de la moneda, las oportunidades de mejora y los desafíos que tiene por delante la región. “En Europa, hemos tenido una regulación más proteccionista en cuanto a los derechos sociales, permitiendo a las empresas más responsabilida­des como derechos de las mujeres, cuestión de la que carece América Latina”, explica.

Al cerrar la conversación, Helena Ancos dice que no debemos ser tan pesimistas en cuanto al progreso de la RSC en la región. De un modelo filántropo se ha evolucionado al del negocio inclusivo, una estructura que el Viejo Continente quiere emular ante los niveles de pobreza y desem­pleo. Nada mal para un continente “tan joven” como el nuestro.

Fuente: Forbes México

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