La economía del comportamiento: Recientemente, la 41.ª Encuesta Anual Global de Gallup ubicó a nuestro país entre las cinco naciones más “felices” de la tierra. De la misma manera, el World Happiness Report 2017 nos colocó en el lugar 25. ¿Por qué se le ha prestado recientemente especial interés a la felicidad?
The Global Economic Forum, a efectuarse próximamente en Davos, Suiza, está incorporando una Agenda Económica, para asegurar un “desarrollo sustentable e inclusivo, pretendiendo confrontar un mundo con bajos índices de crecimiento, productividad decreciente y brechas de habilidades”: un mundo fracturado por lo económico y lo social.
Richard Thaler, uno de los precursores de la “economía del comportamiento” destaca, contrario a la teoría económica clásica, la importancia de la interacción entre los procesos racionales, perceptuales y emocionales en la toma de decisiones y el comportamiento humano económico.
Con base en lo anterior, las emociones y percepciones delimitan la toma de decisiones “racional”, por lo que la búsqueda del bienestar y la felicidad podría estar entrelazada a la consecución del desarrollo económico.
Lamentablemente, además que los humanos no nos hemos adaptado para ser infelices – seguimos buscando sensaciones placenteras – la prosperidad económica mide su éxito por el tamaño del territorio, el crecimiento la población, el incremento del PIB: los sistemas educativos, de salud, de prestaciones sociales de las naciones están centradas fundamentalmente en contar con mejor talento para producir más, individuos más saludables para ser un país más poderoso, para garantizar calidad y productividad.
“Los mayores obstáculos que se oponen a la felicidad humana son el temor a la muerte y a la ira divina, y pueden ser eliminados gracias al conocimiento de la naturaleza”, Epicuro, 275 a. C.
Yuval Noah Harari, autor de Homo Deus, propone que la “nueva agenda humana”, más allá del combate contra el hambre, la pobreza, la enfermedad y la violencia, deberá incorporar como tema la búsqueda de la clave para la felicidad.
Para asegurar un derrotero de tal magnitud, tal vez sea imperativo instalar de manera explícita la felicidad como un derecho natural de la humanidad: cualquier acción u omisión que conduzca a que no seamos felices, constituirá una violación a nuestros derechos humanos básicos.
Otra premisa consiste en asumir que derrotar a los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, aún dentro de un desarrollo económico sin precedentes, no asegura la felicidad; tan solo facilita el proceso.
Tercero, la prosperidad económica constituye un componente imprescindible de la felicidad.
En pequeña escala, dentro de nuestro microcosmos, como cabeza de familia, académico, empresario o profesional de Capital Humano, podemos construir un mundo más humano si respetamos el derecho inalienable a ser felices; previendo las bondades de compartir una economía del comportamiento.
Fuente: El Horizonte – José Antonio Cárdenas