La comunicación tiene una deuda con la crisis climática:
- Aunque los cambios que necesitamos son complejos y sistémicos, también es cierto que necesitamos comunicar mejor para actuar ahora.
La comunicación tiene una deuda con la crisis climática
Desde 1970 la ciencia ha hablado fuerte y claro: el cambio climático se está acelerando por causas humanas y, si no hacemos algo, las consecuencias pueden ser devastadoras. Cincuenta años después hemos hecho algunos avances, pero no son suficientes. La evidencia científica es abrumadora, pero la acción humana no acompaña.
Los estudios aseguran que un futuro apocalíptico se avecina si no cambiamos la forma en que vivimos. Pero ¿por qué no termina de ser suficiente impulso para tomar las medidas radicales que necesitamos?¿Es algo que vemos demasiado lejos? ¿Es algo que vemos demasiado grande? ¿Ya tuvimos demasiadas películas donde el mundo se salva a último minuto? ¿Será que confiamos en que finalmente la ciencia y la tecnología encontrarán la mágica solución?
Y aunque los cambios que necesitamos son complejos y sistémicos, también es cierto que necesitamos comunicar mejor para actuar ahora.
¿Será que escuchamos hace décadas sobre el calentamiento global, pero seguimos “bien”, y por eso ya no nos alertamos? No me voy a detener en el hecho de que es falso que estemos bien, porque está claro que los efectos ya se ven en todo el mundo.
Desde URBAN creemos que necesitemos cambiar la narrativa para que, 50 años después, ya no tengamos negacionistas de esta crisis global y podamos finalmente tirar todos para el mismo lado como se necesita.
En primer lugar, creo que debemos transmitir adecuadamente el problema. La propagación de desinformación o información falsa han llevado, en gran parte, a retrasos en las acciones, incertidumbre y a que se ignore el riesgo y la urgencia del riesgo. Para evitar esto es clave que seamos responsables y claros. Por un lado, evitar hablar de hechos aislados sino mostrar el problema en su esencia, con sus causas y consecuencias y su impacto transversal. Es importante usar siempre datos verificados, información científica adecuada, chequear las fuentes y, a la vez, utilizar un lenguaje simple y fácil de entender. La infoxicación le hace un gran daño a la agenda climática.
Comunicar soluciones manteniendo el foco
Por otro lado, difundir las soluciones. Muchas veces la comunicación sobre la crisis climática puede dar la sensación de que se trata de un problema demasiado grande y que ya es demasiado tarde. Es verdad que estamos frente a un desafío complejo, pero la batalla no está perdida. Necesitamos mostrar que el éxito es posible, que todavía estamos a tiempo y que depende de cada uno de nosotros y especialmente, de quienes están en posiciones de liderazgo. Es clave mantener el foco tanto en las múltiples acciones necesarias y que ya se están llevando a cabo como en las oportunidades: nuevos trabajos verdes, aire más limpio, energías renovables, seguridad alimentaria, unas ciudades costeras más aptas para vivir, además de una mejor salud. Transmitir una sensación de esperanza y de oportunidad urgente es una manera de impulsar a que se lleven a cabo esas necesarias acciones. Tal vez es tiempo de pasar del miedo al deseo.
A su vez, no olvidemos comunicar con emoción, contar historias que sean relevantes para las personas.
Para sobrevivir, hay que contar historias
Para poder conectarnos con el impacto más real de la crisis climática y dejar de pensarlo como lejano, tenemos que demostrar que detrás de cada uno de estos números están las historias de vida de las personas impactadas, personas que vieron afectada su salud, los desplazados climáticos que tuvieron que reubicarse y empezar de nuevo, que disminuyeron sus ingresos económicos, que perdieron sus casas o sus terrenos. Ya lo dijo Umberto Eco “para sobrevivir, hay que contar historias”. Esto nunca fue tan cierto como ahora. Contar relatos y no datos lleva a un vínculo emocional que hace que el público se preocupe y se comprometa más. Para lograr esto es clave incluir detalles memorables: sumergir a la audiencia en la experiencia vívida de lo que se está contando. Que puedan ver la historia como si hubieran sido parte de ella. Recordar también adaptar el tono y el lenguaje según la audiencia. Esto aplica tanto para mostrar el problema como las soluciones.
Por último, que la comunicación impulse a las personas a la acción.
La finalidad de toda comunicación debería ser generar acción en pos de la mitigación y adaptación del cambio climático. Debemos asegurarnos de comunicar el sentido de urgencia. El IPCC ya nos advirtió que si no reducimos las emisiones para el 2030 ya no habrá vuelta atrás. El reloj está corriendo, y es indispensable que cada uno ocupe un rol activo.
Los comunicadores de México y de todo el mundo tenemos una responsabilidad social empresarial enorme de transmitir de manera clara y determinante que el cambio climático es la mayor crisis humanitaria a la que nos hemos enfrentado hasta ahora, pero que todavía estamos a tiempo de revertirlo. No hay tiempo que perder.