Cuando hablamos de la contribución de las empresas al mejoramiento ambiental es común escuchar sobre sus programas de transporte, reciclaje de basura, reforestaciones y reducción de sustancias emisoras de CO2 en general.
Sin embargo, pocas son las que se involucran en un asunto que es hoy en día fundamental en términos de sustentabilidad: los océanos.
¿Por qué las empresas de distintos sectores debieran involucrarse en la conservación de los océanos? La respuesta es simple: los océanos mantienen el equilibrio para que haya vida en nuestro planeta y hoy ese equilibrio está en peligro.
Los océanos son más que fuente de trabajo y de recreación; éstos nos aportan más de la mitad del oxígeno que respiramos, regulan el clima y nos proporcionan alimento. Son necesarios para una economía sostenible.
De acuerdo a la Alianza Mundial por los Océanos, estos proporcionan 350 millones de empleos y 102,000 millones de dólares anuales por el comercio de pescado. No obstante, se ha perdido 90% de los peces grandes de mar y casi la mitad de los arrecifes de coral.
Doce por ciento de la superficie de la Tierra está protegida en parques nacionales o reservas. En los océanos, menos de 2% está protegido. ¿De quién es responsabilidad mantener los océanos saludables? No sólo de los gobiernos; empresa y sociedad tenemos que actuar también.
Comencemos por tomar consciencia de que en 2050 seremos 9,000 millones de personas, por lo que habría que preguntarnos qué estamos haciendo cada uno de nosotros para heredarles hermosos y saludables océanos a las generaciones futuras y que puedan disfrutar de todo su potencial.
Bajo el lema “Océanos saludables, planeta saludable”, el sitio oficial del Día Mundial de los Océanos de este año, que se conmemoró el pasado 8 de junio, nos invita a asumir el reto de no utilizar ni una sola bolsa de plástico desechable por un año. Este es un ejemplo de las acciones que consumidores, empresas y la cadena de valor debemos realizar.
El caso del naufragio del barco cargado con 28,000 patitos de hule en 1992 es muy aleccionador. Esos patitos llevan 20 años meciéndose en el mar y han alcanzado distancias que van desde Australia hasta Hawái, Alaska, Sudamérica, Escocia y el Ártico. Esto nos demuestra no sólo lo difícil que resulta que el plástico se degrade en el agua sino cómo la contaminación de los océanos nos afecta a todos por igual.
Por ello, el futuro de la RSE está en los océanos. Para las empresas, es una inversión segura en el futuro.
Autor: BEVERLY VELÁZQUEZ ROMERO – Consultora de Promotora ACCSE, consultoría líder en responsabilidad social y desarrollo sustentable.
Únete: @accsemx y facebook.com/accsemx
Fuente: Mundo Ejecutivo