Sustentabilidad en los negocios: un punto de inflexión: Las sociedades viven un momento de pulso entre la forma tradicional de hacer negocios y las demandas para el aprovechamiento racional de los recursos y la protección del entorno. En el 2019, la urgencia de actuar contra el cambio climático se tornó en un movimiento global, con especial protagonismo de los jóvenes, que desafían el statu quo urgidos por su futuro. La controversia suscitada por Greta Thunberg y la presión ejercida por el movimiento de Fridays for Future trasladaron a la opinión pública el debate sobre la necesidad de cambiar la forma en que nos desempeñamos, tanto empresas como ciudadanos. En materia social, los estallidos en diferentes países de la región han vuelto a poner sobre la mesa el gran desafío de Latinoamérica, la urgencia de reducir las desigualdades, objetivo del que tienen que participar los gobiernos, las empresas y la propia ciudadanía.
Sustentabilidad en los negocios: un punto de inflexión
Pero la sostenibilidad ya venía formando parte de la agenda empresarial, de la gestión de riesgos y los análisis de transformación para el futuro, desde el corto plazo. Aquellas compañías cuyos líderes entendieron esto de manera temprana están realizando cambios en sus modelos de negocio e incorporando el desempeño ambiental, social y de gobernanza (ASG) como parte de las métricas de dirección. El desarrollo de políticas e iniciativas vinculadas al impacto en dichas temáticas es insuficiente si no se integra en la estrategia corporativa, en el propio planteamiento de cómo se materializa el negocio, así como en los indicadores de gestión y en la remuneración variable de los principales ejecutivos.
El escenario para las empresas es cada vez más apremiante. En los análisis que anualmente presenta el World Economic Forum sobre los principales riesgos, han venido tomando creciente relevancia los vinculados a temas ambientales y sociales. En su más reciente presentación, hace unas semanas, por primera vez los cinco principales riesgos por probabilidad están relacionados con el medio ambiente, en concreto con el cambio climático. Se trata de un punto de inflexión que llama a la urgencia de que las compañías repiensen sus modelos de negocio y operación, para construir alternativas que les permitan no sólo subsistir en el tiempo, sino liderar la transformación de sus sectores y atender nuevas oportunidades.
Si las empresas ya habían empezado a considerar la sostenibilidad, una de las principales razones es el acceso al capital. Los inversionistas están incorporando criterios ASG en la selección de sus portafolios, proliferando las iniciativas para el desarrollo de políticas y criterios propios, así como estándares sectoriales y transversales. La iniciativa de los Principios de Inversión Responsable (PRI, por su sigla en inglés), que cuenta con el apoyo de Naciones Unidas a través de UNEP Finance Initiative y UN Global Compact, ya supera 2,500 signatarios a nivel internacional, que representan una inversión de 90 billones de dólares. Particularizando en BlackRock, líder mundial en gestión de activos, cabe destacar el posicionamiento que está tomando. En las últimas cartas anuales de su CEO a la dirección de las compañías en las que invierte, los temas ASG están cada vez más presentes. Hace unas semanas, en la misiva del 2020, el cambio climático se erigió en principal protagonista. Destacó que se trata de un factor decisivo para las proyecciones de las compañías, que va acompañado de un cambio en la obtención de financiamiento y en la relación con los diferentes grupos de interés, en un contexto de creciente contestación social sobre éste y otros temas.
Pero, ¿cómo pueden los inversionistas discernir si una compañía está desempeñándose en su estrategia y operación considerando los temas ASG? La proliferación de calificadoras especializadas busca atender ese mercado, del mismo modo que los diferentes índices en que seleccionan y priorizan compañías listadas. Esta semana vivimos un hito al respecto en México, con el lanzamiento del índice FTSE4Good BIVA, que busca atender los requerimientos de inversión y se suma al IPC Sustentable de la Bolsa Mexicana de Valores. FTSE Russell y S&P con SAM se posicionan como las calificadoras principales. Las empresas mexicanas tienen la oportunidad de ver reconocido su desempeño y liderazgo, tanto en el país como fuera a través de los diferentes índices internacionales.
Estamos por tanto en un punto de inflexión al interior de las compañías, si bien los grados de conciencia y avance difieren en función del sector, el contacto con el capital externo y las regulaciones, entre otros factores. El debate en el interior de las compañías debe llevar la un replanteamiento de los modelos de negocio, que les permita seguir entregando valor a través de su actividad, atentos a las necesidades del entorno y ejerciendo como ciudadanos corporativos.
Autor: Pablo del Arco Fernández – Valora Consultores