Abril es el mes en el que se celebra a los niños y niñas en México, conmemorando la ratificación de la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños, en donde quedó establecida por primera vez la importancia de promover su bienestar y el respeto de sus derechos.
Lejos de las celebraciones que se ven por doquier, el 30 de abril es una buena oportunidad para hablar de la educación: un derecho de niños, niñas y adolescentes, que representa la llave para el desarrollo del país y la construcción de mejoras reales y de fondo en el largo plazo.
En las últimas décadas, los gobiernos y políticas públicas pusieron especial atención en la cobertura universal de la educación básica, que hoy en día se puede anotar un acierto, pues ha aumentado significativamente el número de niños, niñas y adolescentes que asisten y permanecen en la escuela. Saberlo también es un gran logro gracias a los métodos de medición en este rubro, que se han perfeccionado con el paso del tiempo.
Sin embargo, en México aún hay casi cinco millones de niños, niñas y adolescentes de entre 3 y 17 años que no asisten a la escuela. Las razones son diversas, pero dos de las más preocupantes y sobresalientes, son: el trabajo infantil, que se refiere a la necesidad de que los infantes aporten económicamente a sus hogares para sobrevivir, y la falta de inclusión de niños o niñas con alguna discapacidad, que en ocasiones no pueden asistir a la escuela por la falta de infraestructura o capacitación del personal para que puedan ser atendidos.
Aunado al tema de la cobertura, entran otros factores en juego, como lo es la calidad en la educación. Si bien, como se ha mencionado antes, se ha alcanzado la cobertura casi universal, las evaluaciones de México no son las más destacadas a comparación de la región o de los miembros de la OCDE. Es fundamental invertir no solo para que se pueda asistir a la escuela, sino para elevar el nivel educativo en todo el país.
Además de los gobiernos, políticas públicas y organismos internacionales que se están enfocando en revertir esta situación, también lo están haciendo algunas instituciones privadas, como el Banco Santander, que desde hace más de 20 años decidió crear su Fideicomiso Por Los Niños de México, que hasta la fecha, ha destinado 81.7 millones de pesos a la educación, nutrición y salud de niños y niñas en condiciones de desventaja social.
¿Por qué podría interesarle a una institución financiera privada invertir en educación?
La inversión social y sobre todo en temas relacionados con educación, se encuentra en el ADN de Banco Santander a nivel global, esto es porque están convencidos de que es una apuesta a largo plazo, por ello, dan a conocer datos como los siguientes:
- Aumentar en un 10% el número de personas que obtienen títulos universitarios, aumentaría en un 22% el PIB per cápita.
- Un año extra de estudios representa un 8% más de ingresos.
Invertir en la educación de México no es un tema exclusivo de gobiernos y legislaciones, tampoco es un tema genérico dentro de los programas de Responsabilidad Social Corporativa de las instituciones privadas, se trata de estar conscientes de que es una inversión a largo plazo, una apuesta a ganar, siempre y cuando exista la seguridad de que se está invirtiendo en cantidad y calidad, pero esa, sin duda, esa es la tarea más complicada a cumplir.
El Fideicomiso Por Los Niños de México, de Banco Santander, es una muestra de lo integral que debería ser la inversión en temas educativos, se trata de un programa que ha evolucionado a la par de la misma Responsabilidad Social y que se enfoca en la educación, pero también en el entorno: nutrición, bienestar de los niños y niñas, inclusión, seguridad alimentaria, fortalecimiento institucional de quienes tienen a cargo la educación de estas generaciones, etc.
Es un reto que comienza a hacerse cada vez más visible y a permear (aunque lentamente), entre instituciones gubernamentales y no gubernamentales. Es así como este día en el que se conmemoran los derechos de los niños y niñas, representa una oportunidad especial para recordarle a gobiernos, legisladores, instituciones públicas y privadas, y a la sociedad en general, que la búsqueda por la mejora de la educación es un tema latente y que nunca se acaba.
Hoy más que nunca, México necesita generaciones más preparadas, no solo por las necesidades del país, sino por encontramos ante un mundo interconectado, en el que el audaz avance de la tecnología demanda profesionales mejor preparados y competitivos ya no solo para su localidad o región, sino para hacer frente a la competencia global. Por ello la inversión en educación es una apuesta segura hacia el futuro, y definitivamente, es el mejor regalo del Día del Niño que les podemos hacer a las nuevas generaciones.
Autor: Carmen Carranza Pineda – Maestría en Responsabilidad Social, Universidad Anáhuac.