No se puede ser sostenible sin haber pasado por un diagnóstico y planificación de la gestión responsable. Es necesario aprovechar todas las metodologías para las organizaciones que realmente buscan ser ESR.
El tripple bottom line es el resultado de un buen desempeño económico, social y medioambiental, llegando a ser hoy por hoy la mejor manera de dar cuentas de una forma integral, ética y responsable.
Es indispensable aclarar que no se llega por arte de magia a esta triple cuenta de resultados, la cual también es conocida por sus siglas en inglés como las 3P, en relación con Profit, People y Planet.
No se puede hablar de ser sostenible sin primero haber pasado por un diagnóstico, planificación, implantación y comunicación de una gestión socialmente responsable.
Si las organizaciones (ya sean empresas, organizaciones de la sociedad civil, organismos descentralizados de gobierno, universidades, sindicatos, etcétera) no desarrollan de primera instancia una estrategia que permita generar una cultura organizacional que esté apegada a políticas, procedimientos, convenios, códigos y múltiples programas sociales, así como medioambientales, les será poco creíble y prácticamente imposible llegar a brindar resultados conforme a los pilares del desarrollo sustentable, dando pie a que tampoco se puedan autodenominar sustentables. Muchos lo comunican así por considerarlo simplemente como un término que está de moda.
Por todo lo anterior descrito, es necesario que se aprovechen las metodologías, indicadores o modelos que existen actualmente para las organizaciones que verdaderamente busquen ser responsables, congruentes y sostenibles en el mediano y largo plazo.
Al igual que la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), no pueden aplicarse estos conceptos por ciertos periodos de tiempo y luego desecharse, debido a que son sistemas de gestión que permiten dar transparencia a una mejora continua que además distingue rápidamente a la organización en el mercado o sector donde se desenvuelve.
Si se tratara como algo meramente cosmético o de moda, no estaríamos hablando de institucionalizar o normar a las diversas organizaciones para identificar y generar buenas prácticas que en su momento nos permitan alcanzar beneficios financieros y de posicionamiento en el mercado, como resultado de su buen desempeño social y medioambiental, cumpliéndose así, la tan afamada premisa del ganar-ganar.
Fuente: El Economista