El tema de la Responsabilidad Social Empresarial parece tratarse de una moda. La razón es que para donde volteamos vemos empresas comentando sus acciones “sustentables”.
Pero el concepto de regresar a la comunidad lo mucho que las empresas reciben de ella, es algo más de una frase de cajón, hoy en día es un requisito que construye -o destruye- la reputación de las compañías, el secreto radica en la congruencia y la efectividad de las campañas de responsabilidad social empresarial, lo que se refleja en la profundidad con que impactan a la comunidad.
La gestión de programas de Responsabilidad Social Empresarial es un abanico, cuyas variedades que la integran van desde empresarios que consideran que con operar dentro de la normatividad ambiental y generar empleo impacta positivamente, hasta los que de verdad cuentan con equipos de personas dedicados a estudiar las necesidades que la comunidad tiene en su entorno y tratan de manejar programas que mitiguen estas necesidades, de forma que no se generen apoyos asistenciales, como regalar cobijas o juguetes únicamente, sino que realmente promuevan programas que detonen las capacidades de los individuos de las comunidades más vulnerables en la misma entidad donde operan las compañías, y que se trata de personas que por diferentes razones, y ajenas a sus deseos personales, se encuentran en desventaja económica y requieren apoyo para poder ser autosuficientes en el mediano o largo plazo.
La Responsabilidad Social Empresarial debe ser un mecanismo de conciliación y reconstrucción del tejido social, en el que se encuentren el rostro de la comunidad que está siendo autosuficiente con el rostro de la que no lo está logrando, para mirarse detenidamente, y así conocer los proyectos que en conjunto puedan construir y que sean éstos los que fomenten una detonación social equilibrada, con ello se impulsa la unión y un sentido de pertenencia más amplio, además de incidir a la baja en los indicadores de inseguridad y violencia.
Para lograr lo anterior, debe contarse con apoyo de expertos en manejo de liderazgo comunitario que sirvan de articuladores entre la empresa que desea implementar sus programas de Responsabilidad Social Empresarial y la propia comunidad; para ello, una vez que se han detectado las necesidades, involucrar a los empleados que habitan en estas comunidades es positivo, éstos deben formar brigadas de voluntariado que supervisen los proyectos acordados y den la certidumbre de cumplimiento, lo que genera al mismo tiempo un sentimiento de pertenencia y orgullo de formar parte de la empresa que impulsa estos programas a favor de la comunidad.
Los programas pueden ser educativos, de prevención de enfermedades, de capacitación para el trabajo y de infraestructura escolar, entre otros, pero siempre deben tener como objetivo elevar la calidad de vida de las personas y mejorar sus capacidades, para que puedan enfrentar con éxito los años por venir, ya sea como estudiantes, padres de familia o trabajadores.
Es muy claro es que las empresas que generan los programas se mantienen en las mejores posiciones de los listados que estudian la reputación empresarial en México, siendo la Ciudadanía Corporativa una de las tres dimensiones que más impactan en nuestro país para la construcción de una percepción, que no forzosamente puede ser positiva, en el camino a la lealtad de marca que buscan las empresas que trabajan programas formales de gestión de la reputación corporativa, por lo que podemos garantizar que la Responsabilidad Social Empresarial no sólo es una acción buena por un México con mejores expectativas sociales, además genera un retorno positivo en reputación, que hoy es la mejor rentabilidad que una marca puede tener.
Autor: Mauricio Kuri – Director Ejecutivo de Fondo Unido, IAP/United Way México y catedrático en Comunicación Estratégica y Consultor del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca. Mundo Ejecutivo – RSE