Existe actualmente en el mundo de la RSE un debate en torno a la cuestión de qué es más importante, la práctica de la RSE, o la institucionalización de la RSE.
Mientras algunos abogan por la supremacía de la institucionalización (entre ellos la mayoría de los Distintivos de Sustentabilidad y RSE), entendiendo ésta como el proceso bajo el cual la visión de RSE permea sobre los procesos de la organización y que se materializa con la generación de documentación; hay otros activistas que superponen el hacer sobre el decir.
En realidad no se han encontrado suficientes argumentos para decidir si una es más importante que otra, pero es una hecho que ambas visiones son clave para que la RSE se materialice de forma duradera en una organización. Claramente si las empresas se enfocaran solamente en la generación de documentación: políticas, procedimientos, reglamentos, manuales, entre otros. y estos documentos fueran sólo “letra muerta” no estaríamos hablando de una empresa socialmente responsable en el amplio sentido de la palabra, debido a que se dice mucho, pero se hace poco. Por otro lado, es muy diferente cuando una empresa se enfoca únicamente en la práctica de la RSE, es decir, en la implementación de proyectos relacionados con la RSE.
Desde mi conocimiento y experiencia como consultora de RSE puedo decir que la visión de procesos aporta mucho a esta necesidad donde las empresas trabajan de forma simultánea en la institucionalización y en la práctica. Por un lado, desde la institucionalización, la visión de procesos nos permite primero mapear de forma holística e integrada todo el actor de la organización e identificar en principio, cuáles son las áreas de mejora para acercarse al cumplimiento más cercano de los estándares de RSE y facilita la integración ordenada de documentación clave que permita dar cuenta de cómo se hacen realidad esos cambios. Además, la visión de procesos también permite convertir la documentación en “letra viva”, es decir, en prácticas o proyectos concretos que hagan suceder aquellos ideales que fueron planteados en las políticas y procedimientos.
Ver la RSE desde una perspectiva de procesos contribuye a las empresas que ya están en ese proceso de convertirse en empresas más socialmente responsables o sustentable en dos sentidos: eficiencia y efectividad. Eficiencia porque en la medida en que las organizaciones desarrollan sistemas de gestión de RSE alinean sus objetivos de RSE a estrategias puntuales. Las acciones aisladas suelen tener bajo impacto, mientras que las acciones alienadas a un proceso incrementan alcance e impacto. Entonces, se hace más con menos.
Por otro lado, efectividad, porque en la medida en que las acciones de RSE surgen de un proceso sistemático de planeación y monitoreo continuo entonces se tendrá mayor precisión en las acciones emprendidas para el cumplimiento de los objetivos planteados. Es entonces que en la RSE como en cualquier otro proceso ocurre lo siguiente: no saber a dónde se quiere llegar, tampoco se puede saber a dónde se tiene que ir, cómo llegar ahí y como saber que se ha llegado.
En este sentido la RSE es un sistema de gestión, que permite a las empresas ordenar su actuar cotidiano a los principios que promueve la RSE. Desde esta mirada, también vemos claro cómo el sistema de gestión RSE debe seguir también un ciclo de mejora continua: planear, hacer, revisar y ajustar. Claramente, no puede haber RSE en una empresa si no se trabaja desde ambas lineas. Por un lado en HACER la RSE práctica y tangible con cambios concretos en las acciones que realizan las personas en la empresa; y por otro lado, en DECIR la RSE, decretar y comprometer a la institución a realizar dichas acciones ya sea de forma interna y/o externa.
Autor: Ana Magdalena Rodríguez R. – Directora de ACCSE Occidente
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