El capital semilla y la economía social: ¿Qué haría usted para multiplicar su dinero si tuviera sólo un par de horas? Esta fue la única pregunta del examen final de la materia de Economía Social que impartí este semestre en la Universidad Mondragón México. Las nueve empresas cooperativas formadas por estudiantes del cuarto semestre de diferentes carreras, recibieron al arranque de la clase un sobre sellado con una carta que decía: al abrir este sobre han aceptado un capital semilla de 40 pesos como inversión para su empresa social. El reto consistía en hacer la mayor cantidad de dinero en equipo en 120 minutos y exponer lo que habían logrado la clase siguiente en 10 minutos.
El capital semilla y la economía social
Este ejercicio nació hace unos años en la Universidad de Stanford de manos de la especialista en creatividad Tina Seeling siguiendo las mismas reglas. La tropicalización de la idea fue hacerlos con estructuras empresariales ya existentes. Los equipos trabajaron de varias maneras: hubo quienes utilizaron el dinero para comprar productos y revenderlos; otros organizaron rifas y concursos; también hubo quien detectó que, en realidad, el capital era muy pequeño como para tomarse en cuenta y decidieron enfocarse en el tiempo. Algunos equipos trabajaron todos juntos, otros optaron por dividirse tareas: en realidad no hubo una estrategia preponderante.
Los resultados pueden separarse en tres categorías: los equipos que se centraron en el capital fueron los que consiguieron menos dinero; los que utilizaron el capital y se dividieron los trabajos lograron mejores resultados, pero no superaron a los que ignoraron el minúsculo capital, utilizaron más tiempo en el proceso creativo y diseñaron una estrategia práctica e innovadora. ¿Qué hubiera hecho usted? ¿Qué pensaron más de 100 universitarios mexicanos divididos en nueve empresas cooperativas? ¿Qué se puede aprender de ellos?
El segundo equipo que más dinero logró fue una empresa formada por estudiantes de Gastronomía y Psicología, quienes detectaron una necesidad imperante de sus compañeros: comer. En la cafetería, a ciertas horas, suelen hacerse engorrosas filas para comprar alimentos. Este grupo de estudiantes hicieron fila por ellos y vendían sus lugares en la fila por una cantidad de dinero: ¡un éxito! Encontraron una necesidad, la atendieron de manera práctica y generaron buenos ingresos.
Sin embargo, los equipos de las licenciaturas en Administración Financiera, Contaduría y Finanzas e Ingeniería Mecatrónica rompieron todo pronóstico. Si el reto era generar más dinero que otras empresas, ¿por qué no fusionarse en una sola cooperativa? Su justificación: aplicar el principio de la economía social de cooperación entre cooperativas, es decir, trabajar conjuntamente mediante estructuras compartidas para lograr mejores resultados. Por supuesto, fusionaron empresas y consiguieron hacer más dinero que cualquier otra.
Un par de lecciones. Primero, en las escuelas, por lo general, los estudiantes son evaluados individualmente, y habrá uno que obtenga mejores calificaciones que otro, uno que gane y otro que pierda. No obstante, en los negocios, usualmente las personas trabajamos en equipo, compartimos objetivos y también las recompensas, que para este ejercicio era un 10 de calificación.
Segundo, el capital semilla con el que cuente un negocio no es necesariamente importante. Cuando de creatividad se trata, hay que tomarse un tiempo y analizar todos los recursos que están disponibles para realizar la tarea. Cuando los estudiantes recibieron sus sobres cerrados, en realidad recibieron 40 pesos, dos horas de trabajo, y 10 minutos la clase siguiente para presentar resultados.
La profesora Seeling cuenta que en su experiencia el equipo que más dinero consiguió fue quien vendió esos 10 minutos a un negocio local para anunciarse en su salón de clase. Hay una pequeña diferencia entre tomarse el tiempo para la creatividad y no hacerlo, pero hacerlo produce resultados muy distintos.
Autor: Rafael Villeda Lugo, Politólogo, maestro en Dirección de Negocios, docente de Economía Social y director de Asuntos Estudiantiles de la Universidad Mondragón México, que pertenece al grupo empresarial cooperativista Corporación MONDRAGON en el País Vasco.