El Pacto Mundial México reportó en el 2014 un crecimiento de 240% y 686 participantes en el país. Querétaro y Sinaloa, los estados más activos.
Con la convicción de que sin la participación empresarial no habrá desarrollo sostenible en el mundo, el Pacto Mundial México asume la estrategia global 2015-2025 de este programa de las Naciones Unidas lanzado en julio del 2000, el cual considera a la Iniciativa Privada como su razón de ser; México se adhirió a él en junio del 2005 y desde esta fecha ha experimentado un crecimiento de 240% en sus nueve años de existencia.
Hoy, el Pacto Mundial México es la red más grande América y la tercera más grande del mundo, después de España y Francia. En el mundo el Pacto posee 8,000 empresas y 4,000 organizaciones sin fines de lucro.
En su informe de actividades del 2014, el Pacto Mundial México reporta un crecimiento acumulado de 686 participantes, de los cuales 59% corresponde a la Iniciativa Privada (grandes y pequeñas empresas) y el 41% restante a organizaciones de la sociedad civil, distribuidas en 15 estados del país; Querétaro y Sinaloa son los más activos.
Este crecimiento contrasta con los 200 representantes de empresas y organizaciones que en junio del 2005 se adhirieron de manera voluntaria al Pacto, con el apoyo de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El Pacto Mundial es una plataforma en la que coinciden los objetivos de la comunidad internacional con los de los mercados, cuya esencia es la sostenibilidad de las empresas y el cual incluye 10 principios y áreas contra la corrupción, la salvaguarda del medio ambiente y la inclusión social.
En entrevista, Gustavo Pérez Berlanga, presidente del Pacto Mundial México, consideró tres desafíos que deberá afrontar este organismo en el 2015 y el 2016.
El primero de ellos tiene que ver con la generación de una gran comunidad, pues además de la adhesión de las compañías al Pacto Mundial, se trata de que “cada empresa y empresario lo sienta cerca, sin importar en qué ciudad o estado del país se encuentre, lo que implica conocer metodologías, acceso a la información, y que, por ejemplo, una pequeña empresa de Sonora pueda aprender del Pacto a través del intercambio de experiencias de éxito con otras empresas”.
El otro desafío estriba en que cada empresa mexicana adherida al Pacto Mundial esté en el radar de la Naciones Unidas en Nueva York, como lo están los restaurantes Toks, por lo que ahora se trata de que el Pacto sea vocero de aquellas empresas mexicanas que lo están haciendo bien la sostenibilidad.
Un tercer desafío, en la visión de su presidente, es cómo integrarse a todo el sistema de las Naciones Unidas relacionado con programas con niños, con negocios para la paz necesaria en alguna ciudad de México o con el desarrollo industrial.
De la filantropía a la sostenibilidad
Para el presidente del Pacto Mundial en México, la evolución de las empresas hacia la sostenibilidad es un proceso que parte de la RSE entendida como filantropía, el siguiente nivel es cuando consideran los impactos ambientales, con los clientes, con sus colaboradores, así como la huella de carbono que deja. En tanto que la siguiente evolución es el negocio inclusivo, en donde ya se integra a la cadena de valor, que incluye a los proveedores, a los clientes y hacia la sociedad.
Cuando un negocio es socialmente responsable e inclusivo, la filantropía ya no es ajena al negocio, sino parte de la sostenibilidad, se integra a toda la operación de la empresa, por lo que Gustavo Pérez explicó que cuando las empresas integran a la RSE a su cadena de valor, ésta ya no se considera “cómo se gasta el dinero, sino cómo éste se genera”.
Precisó: “sí debe haber una sección de la empresa dedicada a la filantropía, para ayudar por ejemplo niños autistas, ancianos postrados en cama”.
Y del universo de las 686 empresas mexicanas que participan en el Pacto Mundial, dijo que están en diversos niveles. Desde ya consolidados a una que está empezando, pero el reto es cómo ayudarles a llegar a la sostenibilidad más rápido, precisó.
Sobre este tema, Rodolfo Sagahón, coordinador del Pacto Mundial en México, coincidió con este proceso evolutivo de las empresas hacia la sostenibilidad; y dijo que “muchas de las empresas que hoy son líderes en sostenibilidad, en un principio no tenían una relación económica con su negocio, en un principio sólo hacían filantropía, y esto último lo siguen haciendo”, pero ya son sostenibles.
“Es un proceso gradual y tiene que ver con la evolución del tema de cómo se ve al interior de la organización, además la RSE no está peleada con la filantropía; se complementan”, precisó.
El reto es hacer que cada vez las empresas desarrollen programas más sofisticados que tengan una explicación económica detrás.
Hay empresas reconocidas que pueden demostrar el valor compartido de un programa, en consecuencia, lo que queremos provocar es que a través de estas experiencias se pueda inspirar a aquellas que se han quedado en el terreno de la filantropía”, finalizó.
Fuente: El Economista – Leopoldo Trejo