La evolución de la responsabilidad social empresarial impulsa acciones que van desde el uso de energías verdes, la transparencia y la sostenibilidad, hasta generar un impacto en las comunidades.
Nuevas tendencias de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) buscan llevarla a hacia nuevos caminos; eso sí, caminos más integrales, que involucren estrategias en la parte social, ambiental, de producción, sustentabilidad y transparencia en los procesos, entre otros.
La forma de hacer negocios ha cambiado y quienes dirigen empresas deben entender nuevos conceptos, ideas, formas de trabajar y sobre todo, de mejorar a lo interno y contribuir con la sociedad, y esa contribución debe ir más allá de simple filantropía.
En Revista Summa hemos seleccionado cinco tendencias de RSE que se están impulsando en el mundo, las cuales sirven para mejorar la producción, generar ingresos, levantar la reputación y credibilidad de las empresas, así como para ser más amigables con el ambiente y contribuir con mejorar la sociedad, y ayudar en el crecimiento económico del país.
Sin duda estas tendencias implican un cambio de chip, uno que pase de la generación de proyectos pequeños y aislados a uno que cree estrategias que integren todas las áreas de trabajo de la compañía, que estén envueltas en la filosofía misma de la empresa y que luego se exterioricen hacia las comunidades e integren diferentes sectores u organizaciones; todos con un objetivo en común: generar cambio y múltiples beneficios.
Este es un camino difícil que requiere madurez y compromiso, pero que puede dejar un sinfín de satisfacciones; por ello, lo invitamos a descubrirlo.
Las 5 tendencias de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE)
Energía de pequeña escala
Una tendencia en Responsabilidad Social Empresarial es la energía distribuida; este concepto establece el autoconsumo eléctrico, que puede ser a nivel doméstico o empresarial. Distribution Power Coalition of America (DPCA) define esta tendencia como cualquier tecnología de generación a pequeña escala que proporciona electricidad en puntos más cercanos al consumidor o a la red de transporte o distribución. El objetivo es que incluya diferentes fuentes de energía que ayuden a contribuir con el cuidado del medio ambiente y permita satisfacer necesidades energéticas de una empresa, comunidad o vivienda. Con la energía distribuida se fortalecen las opciones de energía renovable y la solar es de las más utilizadas; pero también se usa eólica, hídrica y biomasa.
Las empresas comprometidas con la sostenibilidad y el mejoramiento de sus procesos a través de la producción más limpia y menos contaminante no solo logran reducir su huella, sino que consiguen una disminución en la factura eléctrica. Además, mejoran su imagen, que puede ser aprovechada en campañas publicitarias o para atraer inversiones.
No obstante, existe además una tendencia para que las construcciones se realicen con normas que permitan alcanzar la certificación LEED. Este es un sistema voluntario y consensuado –diseñado en Estados Unidos– que mide entre otras cosas el uso eficiente de la energía, el agua, la correcta utilización de materiales, el manejo de desechos en la construcción y la calidad del ambiente interior en los espacios habitables.
La certificación evalúa el comportamiento medioambiental que tendrá un edificio a lo largo de su ciclo de vida, sometido a los estándares ambientales más exigentes a nivel mundial, explica Juan Pablo Morataya, gerente general del Centro para la Acción de la Responsabilidad Social Empresarial en Guatemala (CentraRSE).
La energía distribuida ofrece una mayor eficiencia al reducir pérdidas en la red eléctrica, brinda al sistema de distribución una mayor flexibilidad y calidad, los tiempos de instalación son menores e implica menos costos.
Esta tendencia también es una pieza importante para el desarrollo de ciudades inteligentes. Dicha distribución hace que la generación sea más equilibrada y que la ciudad no dependa tanto de las grandes centrales energéticas; además, ayuda a reducir las emisiones de CO2.
Aliarse para surgir
Cierre los ojos e imagine que en su país existe una cooperación entre la sociedad civil y los sectores público y privado, la cual tiene como objetivo alcanzar un fin común que logre un impacto positivo en el desarrollo del país. Si lo anterior le parece más un sueño que un hecho que se aproxima a la realidad, es porque las alianzas público-privadas no son cosa común en la región.
De hecho, este tipo de alianzas no son nada fáciles de ejecutar; pero son muy importantes para el desarrollo de proyectos que permitan el desarrollo y crecimiento de las naciones. “Ni el gobierno ni las empresas ni las ONGs pueden arreglarlo todo por sí solos; pero unidos pueden hacer grandes cosas. Las empresas deben empezar por casa, mejorando sus procesos y su gestión, para luego expandir su área de colaboración y encontrar los aliados correctos”, explica Celina Pagani, presidenta y fundadora de Normisur International, quien agregó que estos procesos requieren mucha madurez de las partes.
De acuerdo con Juan Pablo Morataya, de CentraRSE, solo con la unificación de esfuerzos se puede crear mejores oportunidades de desarrollo. “En ocasiones los esfuerzos no rinden frutos porque se trabaja de forma aislada, por lo cual las alianzas público-privadas son un medio para alcanzarlo”.
Compartir conocimientos y experiencias ayuda a enriquecer los procesos de alianzas entre sectores. Sin embargo, los retos están en poder coordinar y fusionar los esfuerzos para alcanzar un objetivo en común, que es el desarrollo de las comunidades y del país en general.
Un caso de éxito en Guatemala es el de Energuate y la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional, la cual consistió en conformar una alianza para mejorar los hábitos y prácticas que contribuyan a una mejor nutrición y condiciones de higiene. Con esto se logró mejorar las condiciones higiénicas y nutricionales de 52 comunidades y 864 familias, para un total de 4.000 personas beneficiadas, entre otros aspectos.
No puede perderse de vista que las alianzas deben tener propósitos, beneficios y riesgos compartidos.
Por otra parte, la Norma ISO 26000, es una guía para que las empresas implementen la Responsabilidad Social con la participación activa y el desarrollo de la comunidad. Esta participación tiene como objetivo prevenir y resolver problemas, fomentando alianzas con organizaciones locales y partes interesadas.
Sostenibilidad de los negocios
Una empresa responsable y comprometida da cuentas tanto de sus resultados financieros como de los de su sostenibilidad. El reto que tienen las compañías es crear estrategias de responsabilidad social alineadas con el modelo de negocio.
Para involucrar la RSE en todas las áreas del negocio hay que entender el lenguaje mismo del negocio e implicar las dimensiones: económica, social y ambiental, porque cada dólar que se invierte en RSE tiene que dar retorno, con un buen manejo de las prácticas de sostenibilidad, afirma Celina Pagani de la consultora Normisur International.
Estas dimensiones buscan la rentabilidad corporativa y el crecimiento, impulsa la responsabilidad social de la firma ante los empleados, los clientes y las comunidades donde opera, así también fomenta la conservación de la biodiversidad, suelos, y aguas.
De acuerdo con Felipe Pérez, profesor de INCAE Business School, la sostenibilidad es la respuesta de los negocios ante cualquier desarrollo que aumente el capital financiero, ambiental y social, basado en principios como: ética, gobernabilidad, transparencia, relaciones de negocios, retorno financiero, involucramiento de la comunidad, valor de los productos y servicios, y protección del medio ambiente.
Una vez que la estrategia de la empresa ha sido revisada y el componente de la sostenibilidad esté incluido, hay que medir los resultados con indicadores de desempeño financiero y no financiero.
Un ejemplo de empresa sostenible es la costarricense Florida Ice & Farm, que involucró en sus procesos una estrategia de sostenibilidad que le permite ser: CO2 Neutral, cero desechos y agua neutral. Además, tiene un programa de compras sostenibles y otro de reciclaje, lo que significa que logró integrar varias áreas de la compañía con políticas de RSE.
En Guatemala, el proyecto de Ecoeficiencia Empresarial tiene como objetivo que las empresas puedan medir, gestionar y comprender sus impactos ambientales de una manera práctica, sencilla y amigable, con la finalidad de que puedan incorporar matrices de mejora que se conviertan en una oportunidad de negocios y una gestión ambientalmente responsable.
Si una compañía atiende los aspectos fundamentales de la sostenibilidad, se le facilita contar con mejor reputación con sus colaboradores, lo que redunda en mayor productividad, preferencia por parte de sus consumidores y licencia social para operar de las comunidades que se encuentran a su alrededor.
Transparencia empresarial
La transparencia corporativa es un punto clave en las empresas. Ahora las personas quieren conocer más de las empresas, de sus políticas, certificaciones y compromisos, por lo que rendir cuentas resulta vital para dar a conocer sus prácticas.
La transparencia es una política del gobierno corporativo para informar sobre las actividades comerciales y financieras, y los aportes de la compañía a través de la Responsabilidad Social Empresarial.
No obstante, para Celina Pagani de Normisur International, no se trata simplemente de brindar un informe público sobre las cosas buenas que hizo la compañía durante el año; se trata de contar las dificultades que encontraron en el camino, los retos a los que se enfrentaron y cómo respondieron a esos conflictos.
En cuanto a la transparencia, las empresas familiares y las públicas suelen tener un poco un poco más de temor a la hora de publicar su información. Sin embargo, este tipo de acciones viene a dar confianza a los consumidores, colaboradores, inversionistas y a las comunidades y países donde opera. “El concepto de RSE nos dice que para dar a conocer lo que las empresas llevan a cabo es necesario contar con las certificaciones que permiten la verificación de los procesos de producción, sus impactos ambientales, su relación con sus públicos de interés, el trato a sus colaboradores y el cumplimiento de entrega de productos de calidad”, detalla Juan Pablo Morataya, gerente general del Centro para la Acción de la Responsabilidad Social Empresarial en Guatemala (CentraRSE).
Hoy se cuenta con herramientas como los Reportes de Sostenibilidad con GRI4, que permiten a las empresas determinar cuáles son los aspectos críticos de sus operaciones y a la vez presentar un reporte de las acciones que se realizan para mitigarlas. Asimismo, el apoyo que brindan a sus comunidades las hace más transparentes, cumpliendo así con las exigencias modernas, agrega Morataya.
Las empresas más abiertas y que rinden cuentas van generando cambios a lo interno de la organización que les ayuda también a lograr la sostenibilidad de sus operaciones. Cuanto más transparente es una empresa, menos incertidumbre habrá sobre sus acciones.
Huella social
Antes la responsabilidad social empresarial se centraba en acciones de filantropía; ahora hacer proyectos de limpieza de ríos o pintar escuelas, aunque también tienen un impacto positivo, ya no son suficientes. Las empresas están llamadas a realizar acciones más integrales que pueden empezar a lo interno, generando un cambio que luego impacte también a la sociedad.
Las nuevas tendencias de RSE indican que para contribuir socialmente las compañías deben identificar un proyecto social al que le pueden ayudar, pero desde su ADN, desde la razón de ser de la empresa. Por ejemplo, Cemex tiene un programa en el que colabora con la construcción de casas en comunidades cercanas en donde opera. Otro caso es ESET Centroamérica, que desarrolla actividades educativas con el objetivo de concientizar a las comunidades sobre cómo protegerse mientras navegan por Internet.
Si no se trabaja en corregir los impactos que se causa o se puedan causar al medio ambiente, en lo que pueda impactar negativamente a la sociedad, la rentabilidad económica de la compañía se verá afectada. Si se implementan estrategias de largo plazo que permitan mejorar los impactos, contribuyan al desarrollo de los grupos de interés, desde lo interno, pasando por proveedores, consumidores y la comunidad, los beneficios se harán sentir.
Esta tendencia de mejorar la huella social también viene a cerrar las brechas de pobreza y discriminación de género, a través de la creación de empleos dignos y decentes, además de contribuir con el Estado en el pago de impuestos que permitan un mejor desarrollo del país.
Asimismo, las empresas están desarrollando bienes y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas, como por ejemplo elaborando productos que combatan la desnutrición crónica, tomando medidas para que la producción sea más limpia, creando políticas para convertirse en empresas más inclusivas y gestionando los derechos humanos, detalla Juan Pablo Morataya de CentraRSE.
De acuerdo con ONGAWA Ingeniería para el Desarrollo Humano, las empresas miden su huella para tener a acceso a inversión responsable, mejorar su reputación, aumentar la transparencia, generar nuevas oportunidades, atraer y retener talento, mejorar la toma de decisiones y mejorar la gestión de riesgos.
Fuente: Revista Summa – Angélica Zamora