En esta época nos dicen que, la solución a todos los males, el remedio para tener un bienestar y el procedimiento para combatir las desigualdades es el crecimiento; señalan y repiten gobernantes.
“¿Y por qué la mentira para tranquilizar la palabra?,
¿por qué no más bien una verdad que nos haga sangrar la imaginación
y nos desarme de silencios
y nos llene de sospechas,
de resistencias,
y nos quite los pesares
y esta maldita manera de ver correr los días,
como inmutables?” – Natalia Agudelo
El mero crecimiento será ipso facto el que nos lleve al “edén” humano. Ese crecimiento pasa por supuesto por el desarrollo, oferta, consumo y satisfacción de todo lo que crea necesitar el individuo. Nos educamos y educamos a la sociedad en que lo mejor es acumular bienes y por tanto muchas necesidades; con esto, lo que estamos fomentando es la elección del abuso de los recursos. Lo anterior incentiva actividades depredadoras, distorsiona la actividad económica ya que merma la capacidad de recuperación natural; la realidad es que hay recursos escasos y esto nos obliga a elegir la mejor forma de usar nuestros recursos disponibles.
El actual modelo económico no sólo es inviable, sino desfavorable y hasta nocivo para la mayoría de la sociedad.
El tema ecológico y ambiental no puede ser un tema de segundo o tercer término, pero tampoco se puede atender sólo con acciones ornamentales y mediáticas para salir en la foto y los medios, con el objeto de que se vea como “que se está haciendo”, o ser parte de los jugosos recursos nacionales e internacionales que otorgan apoyos a estos programas.En Aguascalientes, cada día escuchamos y leemos más las palabras ecología, ambiental, verde, sustentable, todas utilizadas en programas de gobierno.
La bien intencionada actitud de las autoridades en materia ecológica no sólo tendría que cubrir los aspectos superficiales, tiene que tener una visión ambiental en todas sus políticas.
El ejemplo reciente y preocupante es la construcción de un centro comercial en los terrenos del balneario Ojocaliente, donde sin una explicación clara por parte de las autoridades federales, estatales y municipales, y después de una larga disputa hoy donde antes era una recarga natural de nuestros mantos acuíferos, está ocupada por una plancha de concreto y edificios. El argumento y propuesta de la empresa y autoridades fueron, por un lado, “no podemos detener el desarrollo económico”, y por otro, “la empresa plantará seis mil árboles más para compensar”; mentiras piadosas para tranquilizar a los pocos que se preocuparon, hoy a más de un año ¿alguien nos puede decir donde están esos seis mil árboles, quién los cuida y cuidará en los próximos 20 años y cuál es la proyección para que lleguen a la vida adulta como los mezquites que quitaron? No satisfechos con esto, ahora ya se comienza a fraguar la construcción de un fraccionamiento en la reserva ecológica de La Pona y los argumentos serán sin duda los mismos.
Otros ejemplos son la no reubicación de empresas altamente contaminantes en plenas zonas habitacionales, Sabropollo en el sur y Ugasa en el norte, contaminan el aire las 24 horas y habitantes de esas zonas, niños, bebés y ciudadanos que pasan respiran sus emisiones altamente tóxicas; las autoridades simplemente voltean para otro lado.
Ante estos problemas, ¿y la sociedad civil y organizaciones ambientales? Muchos están en las loables tareas de la cultura del reciclaje y la protección de los animales, pero muy alejadas del llamado ecosocialismo.
¿Qué es el ecosocialismo?
Se trata de una corriente de pensamiento y de acción ecológica que integra los aportes fundamentales de la izquierda, donde se tiene que pensar y actuar en contra del desarrollo salvaje, el cual aniquila el medio ambiente en pos de las ganancias económicas; es una corriente que entendió que la lógica del mercado y de la ganancia son incompatibles con la defensa del medio ambiente; y sabe que las nuevas generaciones, los trabajadores y las organizaciones civiles son una fuerza esencial para toda transformación con sentido ecológico y social. También surgió como una corriente crítica, y en primer lugar critica al llamado ecologista reformista, que es el que se queda sólo en la voluntad propia de expandir la cultura ecológica del individuo y no hace por cambiar la realidad de los grandes devastadores del planeta, como lo son las corporaciones que consumen nuestra agua, nuestros suelos, nuestros bosques, nuestra fauna; en concreto, nuestro planeta- El ecosocialismo va más allá de quedarnos en nuestra casa a separar la basura, reutilizar el agua o ahorrar energía, este es un movimiento radicalmente revolucionario que va a la raíz del problema, que es cambiar el sistema económico y de producción por uno más social que tenga como eje la protección del planeta. Para lo anterior, sin duda, hay que cambiar el patrón de consumo del individuo y su colectividad, en el actual sistema económico, el consumo está basado en la producción masiva de objetos y servicios artificiales, inútiles y desechables.
Los pragmáticos y los apáticos al ecosocialismo lo tacharán de utópico, romántico e inatendible; para los preocupados e idealistas no sólo es posible, sino urgente, donde se genere una sociedad más igualitaria, más solidaria, más democrática y con un estilo de vida alternativo, que deje atrás la competencia por el dinero como objetivo único y el consumo artificial. Esto no ocurrirá de manera espontánea, se tiene que concientizar y organizar a toda una generación en torno a ello, con una estrategia que haga converger las luchas sociales y políticas con las luchas ecológicas, no sólo para parar las catástrofes ambientales que tenemos, sino para en un mediano plazo revertirlas y podamos constatar que un mundo mejor es posible.
El tema del medio ambiente supeditado a la economía es tan trascendental que el papa Francisco lo abordó en su encíclica Luadato si, que entre otras tesis dice: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia”, y más adelante comenta: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable”. El máximo líder católico pone énfasis y sería bueno que los gobernantes que acostumbran persignarse colectivamente para ser vistos los domingos leyeran, reflexionaran y asumieran la postura del pontífice.
La realidad de nuestro estado Aguascalientes es que se destaca por lo contrario, una ciudad diseñada para la quema de combustible, un tapón de concreto para la lluvia, la cultura del consumo, todo en pos del desarrollo y “progreso” económico, aderezado con un poco del esnobismo ecológico donde se invita a cuidar un arbolito o reciclar nuestra botella de agua. Pero en lo trascendente, si una voz se alza será acusada de boicoteador y saboteador del desarrollo de nuestra sociedad.
Finalmente es importante tener presente el proverbio indio: “Sólo cuando el último árbol haya sido cortado, el último río haya sido secado, el último animal cazado, el aire contaminado, nos daremos cuenta que el dinero no lo podemos comer, respirar y ni saciará nuestra sed”.
Fuente: LJA