Vivimos en la época de la globalización, a su vez, un momento histórico enmarcado en una serie de necesidades sociales provocadas por el individualismo humano, por la visión cortoplacista de las corporaciones, que al final impactan de retorno en lo colectivo. Ahí está la utopía de la Responsabilidad Social.
¿Qué quiere decir esto?
La idea no es, por lo menos en esta ocasión, filosofar sobre el tema, sino intentar comprender el papel que juega la esfera privada en este rompecabezas llamado sustentabilidad, bien común, desarrollo holístico, entre muchos otros conceptos que aparecen día a día.
Volviendo a la pregunta citada, les anticipo que no tengo una respuesta, sólo una serie de pensamientos que les comparto en aras de bosquejar, lo que podría ser una línea de reflexión. El objetivo de esta discusión sobre la utopía de la responsabilidad social no es construir un universo ideal entorno al concepto, sino comprender mejor el mundo en el que vivimos y a partir de ello dirigir una actuación equilibrada y congruente entre la realidad y la sustentabilidad.
Resultados imperfectos
Las empresas, como entes morales, al igual que las personas atraviesan por diversas etapas, desde la creación, pasando por la construcción de su personalidad, la consolidación, el fortalecimiento de los procesos y la trascendencia derivada de la innovación.
Caminar en este proceso en ningún caso es fácil, pues tanto las personas físicas como las personas morales somos imperfectas, tomamos decisiones con información limitada, con base en lo que conocemos y derivado de las expectativas concebidas bajo un prejuicio aprendido. Razonamos en el objetivo inmediato y en el mejor de los casos en los fines a mediano plazo, pensamos en nuestra responsabilidad, pero también en los “compromisos” adquiridos, deseamos ser catalizadores del beneficio social, pero también queremos ser reconocidos por nuestros grupos de interés más significativos. Entre más variables tenga una situación, más compleja será la toma de decisiones y por ende más imperfecto el resultado.
Debemos dejar de pensarnos como seres perfectos, desprendernos de la competencia soberbia que se genera al interior de las empresas y repensar la forma en la que el sistema ha desvirtuado el fin último de las organizaciones, un sistema, cabe destacar, creado por las mismas personas.
La revolución que provoca un cambio en la visión, lleva la fuerza y la dirección de un caballo de carreras, no le importa si quien se suma es la competencia, con tal de cumplir el objetivo.
Abrirse al diálogo y al aprendizaje
Para los individuos, tanto como para las empresas, el diálogo, los espacios de escucha, el silencio, el fracaso, pero también los logros son importantes para el aprendizaje, sin ellos sería imposible atravesar por todas aquellas etapas que ya hemos mencionado y que propician la madurez de un sistema.
Nos conocemos a través del otro, las empresas se conocen mediante sus clientes, pues la reacción del otro, del consumidor, es una respuesta de lo que nuestro actuar propicia, de lo que la marca fomenta.
Hablamos de un espacio íntimo que se genera entre consumidor y marca, en donde la responsabilidad por la mejora es mutua. Y es aquí en donde la apertura al diálogo es fundamental, sólo aquellas empresas dispuestas a repensar su fin último dentro del sistema, son aquellas que permanecerán, pues esto significa desprenderse de una visión individualista para migrar a una gestión basada en la colectividad, en el diálogo. En la búsqueda de un desarrollo que no se ha dado por esta misma falta de diálogo y que al contrario ha involucionado, o ¿no?, ¿será que es la decadencia parte esencial del desarrollo?
Pertenencia y lealtad
La ironía de esta utopía está en que la globalización con todo y sus ventajas de interacción, comunicación, expansión, generación de competencia y movilidad; acrecienta la necesidad humana y/o corporativa de un actuar individual, local y hasta egoísta, en donde de alguna manera se intenta crear un sentido de pertenencia a algo o a alguien, brindar al consumidor el todo a pesar de todo con tal de ganarle a su competencia en la atracción y lealtad de sus consumidores. La sensación de inmensidad provocada por la globalización genera individualismo y la constricción de la visión al momento de tomar decisiones.
La Revolución
Sin haber profundizado sabemos que todo desarrollo debe atravesar por crisis. Ni las corporaciones, ni las personas conocen sus verdaderas capacidades hasta que el contexto les exige un cambio. En ese sentido cabe destacar a aquellas corporaciones que han decidido superarse y que están aprendiendo a utilizar la globalización a favor de un bien, convirtiéndolo en un diferenciador frente a la competencia.
NATURA, un ejemplo de valor
Al mencionar algunas empresas tenemos a NATURA, quien cuenta con una licencia social para liderar principalmente en el rubro de artículos cosméticos. Este título que se ha ganado de forma especial entre sus consumidoras, es debido a sus productos concebidos desde su origen como sustentables. Algunas de sus acciones son:
Repuestos Natura: Promueven el uso de repuestos elaborados progresivamente con materiales de menor impacto, renovables, como el plástico verde, material hecho de la caña, 100% reciclable y que reduce en un 97% la generación de residuos.
Natura Ekos: Modelo pionero en la forma de hacer negocios de una manera sostenible. Desarrollan productos manteniendo la selva de pie, en asociación con 25 comunidades rurales, involucrando a más de 2.800 familias. De esta forma, apoya el desarrollo social, el fortalecimiento de la economía y la sostenibilidad ambiental de estas comunidades. Una red en la que todo el mundo gana.
ALSEA y las pruebas superadas
Por otro lado está ALSEA, que en el 2008 fue puesta a prueba por el sistema económico, en ese momento sus acciones de responsabilidad social fueron prácticamente detenidas pues el modelo de negocio no estaba alineado a un modelo de sustentabilidad y esa falta de alineación en momentos de crisis cuesta mucho dinero.
Pero el grupo ha trabajado en esa visión y como parte de sus programas sociales ha lanzado el Movimiento “Va por mi cuenta”, el cual es un esquema social respaldado por Fundación Alsea A.C. que se crea como respuesta a la desnutrición infantil.
La única pregunta que queda en el aire es ¿Qué pasará con este programa si se llega a presentar nuevamente una crisis?, ¿Estará esta acción alineada a los objetivos del negocio de ALSEA o sólo es un programa social propuesto por su Fundación?, ¿El hecho de ser un Movimiento con varios actores involucrados (empresa, tercer sector, gobierno, clientes, proveedores), implicará un mayor compromiso de todas las partes?, ¿En qué momento ALSEA decidirá sumar a su competencia a este Movimiento?
El objetivo de “Va por mi cuenta” es la operación de 10 Comedores para el 2017. Con esta iniciativa se busca garantizar que las y los niños en pobreza alimentaria de México tengan acceso a una buena alimentación.
En esta época de globalización debemos intentar comprender el papel que juega la esfera privada en este rompecabezas llamado sustentabilidad, bien común, desarrollo holístico, entre muchos otros conceptos.
Para reflexionar…
Cuando el sistema corporativo deje de pensar en la venta por la venta y las personas libremos la lucha por las necesidades básicas y el reconocimiento (ver pirámide de Maslow), entonces sólo así podremos, generar un diálogo e intercambio de ideas que a través de los sistemas y los entes morales, propicie el mayor bien común, sin llegar a ser éste nunca perfecto.
Fuente: Granito de Arena