En el año 2002, el profesor Arjen Hoekstra, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aplicó por primera vez el término “huella hídrica” al cálculo que se realizaba para saber el impacto que genera el consumo de agua individual o colectiva.
Dicha ecuación se basa en una fórmula que ha evolucionado desde su propuesta inicial. Hoy, se enfoca a calcular el volumen de recursos hídricos utilizados o contaminados por el hombre, con el objetivo de obtener información sobre nuestro gasto y disminuirlo.
¿Sabías que el consumo de agua de un ser humano se puede medir a través de una ecuación?
¿Qué se necesita para calcular la huella hídrica?
Debemos tomar en cuenta que existen dos tipos de huella hídrica:
- Directa: correspondiente al consumo personal (higiene, hidratación, alimentación, etc.).
- Indirecta: respectiva al consumo a través de la adquisición de productos o servicios que pasaron por una cadena de procesos que utilizó agua.
Además, debemos considerar la fuente del agua, para luego clasificarla en tres tipos:
- Agua azul: agua dulce consumida.
- Agua verde: que se evaporó.
- Agua gris: contaminada durante un proceso de producción.
Para calcular el nivel de impacto de una persona sobre los recursos hídricos, se deben sumar todos los bienes, productos y servicios que utiliza.
¿Cómo disminuir mi huella hídrica?
Existen diversas formas de reducir el consumo de agua, pero algunas de las más importantes son:
- Optar por los artículos y servicios obtenidos mediante procesos con un nivel bajo de huella hídrica o realizados en una zona sin escasez de este recurso.
- Reutilizar el agua para reducir la producción de “agua gris”.
- Cambiar de hábitos, si éstos producen un alto impacto en el uso de agua.