Al generar valor y la reproducción de la naturaleza del negocio, las compañías pueden hacer mucho bien a la sociedad al compartir su riqueza: Marco Pérez.
La nueva agenda de las Naciones Unidas para el Pacto Mundial abre la oportunidad a las empresas de capitalizar la sostenibilidad y la responsabilidad social, pues “con la generación de valor y la reproducción de la naturaleza del negocio, las compañías pueden hacer mucho bien a la sociedad al compartir su riqueza”, explicó Marco Pérez, coordinador de la oficina de este organismo en México.
“La responsabilidad social es parte también de la capitalización de las empresas para mantenerse en el largo plazo”, y esto lo impulsa la nueva agenda de la ONU que entró en vigor el 1 de enero, por lo que Marco Pérez explicó que después del crecimiento en número de miembros en el mundo (13,680) y en México (757), la siguiente tarea consiste en dar valor a las empresas que se adhieren al Pacto Mundial.
La sostenibilidad va más allá de la RSE, de la filantropía y del altruismo. Incluye temas como producción y consumo, ecosistemas terrestres, vida submarina, paz, justicia e instituciones sólidas, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminantes, entre otras, todos ellos tienen que ver con el quehacer de las empresas; y su adopción es sustancial para una mayor capitalización.
El coordinador de Pacto Mundial México explicó también que al hablar de sostenibilidad no se trata sólo de temas verdes, sino de estándares laborales en las empresas, que no haya trabajo infantil, ni discriminación hacia la mujer, hacia los jóvenes, que la compañía no sea cómplice de proveedores que violan los derechos humanos.
Precisó que al asumir los 17 ODS la empresa reduce riesgos operativos y de reputación, por lo que quienes los firman adquieren un panorama empresarial más positivo.
Capitalizar la sostenibilidad tiene que ver también con la energía y el agua (objetivos 6 y 7), que la iniciativa privada visualiza como los temas más apremiantes, pero también lo son para el gobierno mexicano que en la COP21 se comprometió a de sarrollar políticas de cuidado del medio ambiente.
Al respecto, Marco Pérez dijo que la reforma energética es un gran aliado de los ODS, pues tiene incentivos y multas para las empresas, pero que en el caso del agua, si bien existen normas, nadie vigila que se cumplan.
“La reforma energética establece incentivos fiscales para las empresas que cumplan con la norma, y les establece la obligación de medir qué tanto y con qué tipo de energía contaminan, es decir si son limpias o renovables; y si pasa de un rango deben pagar un impuesto, pero si empiezan a reducir el consumo de energías contaminantes pueden recibir algún subsidio. Esto es capitalizar la sostenibilidad”, precisó.
“Con la energía no pasa lo mismo que con el agua, la que vive una situación crítica. “Hay mucha normas, pero no hay quien las controle, a diferencia de la reforma energética que sí está siendo vigilada. Las industrias que más agua usan son las que más contaminan”, acotó.
En este contexto, dijo: “Ya nos dimos cuenta de que las empresas juegan un papel clave en la sociedad, pero ahora se trata de que no se quedan en voy y dono, voy y reforesto, sino en encontrar esas causas relacionadas con su naturaleza, que lo capitalice y refuerce el poder de la marca”, precisó.
Si no alinean la responsabilidad social al quehacer de la empresa, ésta puede decir que es pérdida, pues desde esta perspectiva en lugar de ser un plus se convierte en un flujo de efectivo, de talento, de tiempo. En consecuencia, tiene más sentido que una empresa de Chihuahua apoye a la Sierra Tarahumara, enfatizó.
Finalmente, explicó que con los 17 ODS se tiene otra forma de concebir la sostenibilidad, la cual se define como no caer en temas de corrupción, en hacer los pagos a tiempo, en asegurar a todos sus empleados, ofrecerles las prestaciones, y buscar que sus proveedores hagan las cosas correctas, lo que lleva a mejorar la capitalización de la empresa. “Hay una forma de operar sostenible, principio de negocio y negocio de principios”, concluyó.
Fuente: El Economista – Leopoldo Trejo