Hace unas semanas estuve presente en una celebración para los hijos de los colaboradores de una empresa a la que asesoro en temas de responsabilidad social empresarial (RSE).
Vale la pena mencionar que esta era la primera celebración del estilo que la empresa hacia en favor de los colaboradores y sus familias, por lo que las expectativas hacia el evento eran realmente altas.
Cuando llegué al evento me sorprendí al ver entre los asistentes dos tipos de caras: unas felices disfrutando de los juegos que organizaban un grupo animador de jóvenes vestidas de princesas, y otras tristes observando únicamente tal espectáculo. Las caras tristes eran de las personas encargadas de la organización del evento y se encontraban así porque 30% de las personas invitadas al evento no habían asistido.
Al principio entendí la decepción de los organizadores por tener esta baja en la asistencia programada. Aunque también pensé que es natural que se dé la inasistencia en eventos de este tipo, sobre todo siendo el primer evento organizado por la empresa hasta el momento. Luego caí en la cuenta de que los organizadores del evento estaban cayendo en un grave error y en una injusticia hacia las personas que sí habían asistido.
Los organizadores del evento estaban comentiendo el error de ver el vaso medio vacío y dejando de ver todo lo que se había logrado. Había 50 personas disfrutando de lo juegos, de la comida, de la convivencia, y por pensar en las 30 que no habían logrado ir se estaban perdiendo de la magia que ocurría en ese momento entre las familias y los colaboradores, disfrutando, riendo y conviviendo como una gran familia.
Al salir de evento, ya camino a casa, vi desde mi coche en la parada del autobús a un colaborador de la empresa con su familia, esperando el transporte. Fue entonces cuando pensé que cada una de las 50 personas que sí estuvieron en el evento hicieron una inversión de tiempo, dinero y esfuerzo para asistir al evento y lo hicieron de manera voluntaria ¡Esto vale oro! Desafortunadamente los organizadores no pudieron verlo y se quedaron con la decepción y la sensación de fracaso, debido a ver sólo el vaso medio vacío.
En asuntos de RSE, lo perfecto es enemigo de lo posible. La RSE es un proceso que implica cambios profundos en la cultura y la toma de decisiones de las personas. Asumirla con voluntad es una de las características innegables de la RSE, aunque muchos debaten todavía este punto.
Es importante que las organizaciones, en especial los líderes y promotores internos de la RSE, sean pacientes y comprensivos con sus compañeros. Es indispensble también que sean optimistas y no pierdan el ánimo al no ver respuesta o entusiasmo de todos. Por el contrario, hay que analizar los resultados obtenidos de una manera crítica e identificar las áreas de oportunidad para mejorar no sólo la participación en los eventos, sino la calidad y aceptación de los mismos. Dentro de esto, la clave está en ponerse en los zapatos del otro para lograr una colaboración auténtica y construir una empresa más responsable.
Autor: Ana Magdalena Rodríguez R. – Directora de ACCSE Occidente, agencia de consultoría en responsabilidad social y desarrollo sustentable.
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Fuente: Mundo Ejecutivo